Venimos recibiendo algunos correos electrónicos que resumo con esta frase:
Tengo una idea genial que puede haceros ganar mucho dinero. Si os interesa habrá que firmar antes un acuerdo de confidencialidad
Si por curiosidad hemos decidido recibir al aprendiz del Gollum (“¡Mi tesssoro!, ¡Mi tesssoro!”), por supuesto sin firmar nada, el resumen puede ser este:
Os cuento mi genial idea, vosotros hacéis todo el trabajo, asumís los riesgos y vamos al 50%
Si tu no arriesgas nada en tu proyecto, ¡raro será que alguien arriesgue por ti su dinero¡. Si no has dejado el trabajo, o has invertido ya capital en tu proyecto o te has cogido una media jornada para trabajar en él, no estás demostrando que crees en tu proyecto, ¿porque lo iba a hacer otra persona?
Las personas creativas suelen tener facilidad para desarrollar ideas de negocios, para encontrar oportunidades brillantes e interesantes nichos en el mercado, pero luego se estancan en el momento de transformar esa idea o proyecto en una realidad rentable.
Lo importante no es la idea, sino la ejecución de esa idea. Esto es algo fundamental que nadie debería olvidar. No todas las buenas ideas son buenos negocios ni todos los buenos negocios provienen de ideas geniales.
Un negocio puede basarse en una nueva idea o en una idea ya existente pero ejecutada de diferente forma. Todo depende de la manera como se ejecute. Sin embargo, desarrollar una proyecto basado en una idea ya existente reduce el riesgo, ya que puedes obtener más información de partida.
Insisto: todos somos capaces de generar buenas ideas, pocos lo son de ejecutarlas.
Lo que tiene valor no es la idea en si misma sino la forma que esta idea toma, el saber ejecutarla y rentabilizarla. Y ten en cuenta que vale mas una vulgar idea bien desarrollada que una genial idea en el cajón o mal ejecutada.